miércoles, 3 de febrero de 2016

EL FOTOPARPADEO COMO INICIO DE LAS SUTILEZAS SENSORIALES



          En un momento de la vida del fotógrafo este anexa a su visión ojo-cuadrícula lo que me permito llamar “foto parpadeo”: Una pulsión que lo induce a utilizar sus ojos como obturador. De este modo, en un acto lúdico, une las imágenes provenientes de la música, la literatura, los aromas, el tacto. Cierra sus ojos y comienza a ver formas, colores, disposición de objetos, además de situaciones que captura enriqueciendo así su banco de imágenes nunca hechas, sus bocetos, sus deseos. Esa actividad también es una negación a ver lo existente en el mundo real y está emparentada con la ceguera voluntaria. El fotógrafo se convierte en invidente. Se hace capaz de detener lo efímero del pensamiento y, en fracciones de segundo, juega a detener lo inexistente, lo irreal que se proyecta sobre la oscura pantalla de su imaginación. 
          Esta experiencia causa una acción inconsciente: un cierto temblor en el dedo índice que culmina en el disparo ante la luz, el color o la forma imaginada. Luego, todo pasa a convertirse en algo fugaz como el sujeto de donde proviene. Esta pulsión, se expresa en una manera de entrecerrar los ojos que nos delata como cámaras humanas. Allí, en esa proyección, habitan las mejores imágenes como cómplices de nuestros deseos no materializados. 
          Esta hermosa etapa de la fotografía imaginaria catapulta al fotógrafo hacia la búsqueda de la imagen pura. Esa en la que no es necesaria la existencia de lo real. La fotografía ya no es el indicador de la existencia de las cosas. El “fotoparpadeo” es lo más cercano a la captura de la interpretación del mundo; entonces, el arte se hace presente y magnifica el placer de escuchar, tocar, oler o gustar. Es en ese momento que el fotógrafo comienza a romper las barreras que le impiden explayar sus virtudes sensoriales.
LA FOTOGRAFIA INACABADA @Wilsonprada pag. 41

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