EL NINO QUE JUEGA A SER
GIRLANDO
Ayer lo vimos aun rodeado
de juguetes de plata y gelatina. Cajas de fotos por aquí y por allá. De pronto,
parece abstraerse y enfrentar una guerra de permanencia contra los objetos de la
habitación. Entonces, es apuntado por pedazos de nácar que pueblan las repisas. Sus radios de largo
alcance lo amenazan con voces gangosas
como de radiopatrullas diciendo: ¡Ríndete
José que estás rodeado! Sabemos que estás ahí detrás de tus diapositivas ¡ríndete
Giuseppe o te sacaremos por la fuerza!
Girlando es un niño que como un comanche a caballo, los mira desde su “cuarto
loco” y contraataca lanzando escritos y recuerdos con esa puntería que otorgan
más de 60 años disparando cliks. Luego, salta sobre las antenas de radio y los
paraliza a fuerza de historias. Los cubre
con una gigantesca atarraya cosida por las esquinas que no permite que los recuerdos se fuguen de
su impresionante memoria.
Así, cada noche después de la
batalla va a dormir con su amada
Mercedes aun presente en una fotografía
que abraza junto a la virgen de la valenciana.
El
sueño lo ubica en los 50’ cuando vio el trópico y por
alguna razón que él mismo no se explica, llegó
a Villa de Cura. La dictadura perezjimenista iniciaba su andar mientras Girlando atesoraba publicaciones de fotografía.
Revistas argentinas, italianas y francesas se unieron a la constante
observación de las técnicas que otros fotógrafos como Pedro Lapenta
Temponi utilizaban y guardaban con mucho celo. A éste le alquiló su
estudio y aprendió a trabajar el comercio fotográfico hasta que en los 80’ estableció su propio
negocio. El italiano de la moto era una
especie de joven bohemio, un ser inquieto que nunca paso desapercibido a las
miradas femeninas. La fotografía además de afición fue una manera de abrir
camino a la conversación, compartir ideas, mejorar el idioma. y enamorar a
Mercedes
Su búsqueda permanente de la imagen lo lleva a
otras formas de comunicarse el cine 8 mm ., el super 8, la fotografía aérea, la
fotografía submarina, el estudio comercial y la imagen autoral y la enseñanza
de la fotografía siempre acompañada de los pesados equipos de su época que
trasladaba hasta la Escuela
de Artes Visuales Rafael Monasterios donde abrió la primera Cátedra de
fotografía del estado Aragua
A lo largo de su carrera ganó premios
de la asociación de cine amateur, menciones del Foto Club Caracas sin duda uno
de los más exigentes en su momento. También ganó el premio de fotografía del 25 aniversario del diario
El Nacional.
Sus imágenes, documentan la evolución
del urbanismo del sur de Aragua y el crecimiento de los pueblos San francisco
de Cara hoy bajo las aguas de la represa de Camatagua. La instalación de la estatua
de Bolívar en su plaza villacurana, el
desmontaje del viejo ferrocarril en Cagua. La mirada del animal ante la muerte,
Los velorios de angelitos deben ser vistos con su propia estética, lejos de la inmediatez de lo contemporáneo.
José Girlando escucha sus verdades cada
mañana. Acaricia sus textos, peina la radio con sus dedos y mira las conchas de
nácar diciendo: no se vayan, que ahora, después de cerrar el negocio, vengo a
que juguemos de nuevo. Luego, se dirige al pasillo y al salir apunta con cierta
malicia su nueva cámara digital hacia ellos y ¡click! los atrapa en pixeles de
un nuevo milenio ¡ja! hala sus tirantes con los pulgares y los deja caer sobre su pecho ¡plaf plaf! como
diciendo: ¡Nadie me quita lo baila’o!
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